Daniel Rojas
La fotografía de un país carcomido por una crisis de valores y violencia, producto de la anarquía y atropellos del puntofijismo, fue la imagen predilecta de muchos realizadores cinematográficos nacionales y foráneos. Los grandes clásicos de la industria criolla se hicieron imbatibles, al tiempo que llegaba a las pantallas una recurrente visión reducida del país, que dejó atrás, por algunos períodos, a unos tiempos de gloria fílmica que parecían no regresar. Pero, todo cambia, todo se transforma. Sigue leyendo